La distancia geográfica no apacigua la angustia cuando la tierra natal de uno observa con preocupación los sucesos en tierras lejanas. Para la bragadense Ana Conde, Israel es hoy su hogar, y desde allí, su voz resuena con la crudeza y la esperanza de quien vive en carne propia las tensiones de un conflicto bélico.
Ana, quien emigró de Bragado hace años, comparte su día a día en un país que, si bien convive con la amenaza, ha desarrollado una resiliencia admirable. "La situación es siempre de alerta, pero la gente aquí está preparada", comenta en una nota con Radio Fiesta Bragado 92.5 transmitiendo una mezcla de preocupación y sorprendente calma.
Sus palabras reflejan una realidad compleja. Por un lado, la rutina alterada por las sirenas y los refugios, por otro, la determinación de la sociedad israelí de seguir adelante. "Uno aprende a vivir con esto, a organizarse para que la vida no se detenga por completo", explica. Esta adaptación, lejos de ser resignación, es una estrategia de supervivencia que implica una profunda fortaleza comunitaria.
El testimonio de Ana no solo se centra en el impacto físico y logístico de la guerra, sino también en la dimensión humana y emocional. "Hay miedo, claro, pero también hay mucha unión, mucha ayuda entre vecinos", relata, destacando la solidaridad que emerge en tiempos de crisis. La comunidad se convierte en un pilar fundamental, donde el apoyo mutuo es la norma y no la excepción.