La problemática del matadero y frigorífico de cerdos ubicado en barrio El Tropezón, volvió a ser el centro de un acalorado debate en la sesión del Concejo Deliberante anoche. Lejos de resolverse, el asunto parece enquistarse entre promesas incumplidas y una defensa oficialista que prioriza la ideología por encima de las denuncias vecinales.
Desde hace tiempo, los residentes de la zona han elevado reiteradas quejas por los efluentes contaminantes y la aparición de vísceras de animales en la vía pública, una situación que genera un grave foco de insalubridad y un profundo malestar.
La concejal Marita Gelitti dijo que los propietarios del establecimiento han prometido en múltiples ocasiones presentar la documentación requerida, pero "nunca llegó ningún documento". Ante la falta de respuesta y el continuo incumplimiento, Gelitti propuso directamente derogar la habilitación que rige desde 1998.
Sin embargo, la iniciativa encontró un muro en el oficialismo. El concejal Mauricio Yaffaldano (Unión por la Patria), en una sorprendente argumentación, rechazó la propuesta apelando a una cita del General Perón: "Para el peronismo solo se reconoce un tipo de personas, que son las que trabajan". Esta postura ha generado un fuerte interrogante: ¿Significa esto que la actividad de un frigorífico, sin importar sus irregularidades o el impacto en la salud pública, está por encima de las normativas y el bienestar de los vecinos, solo por generar empleo?