La efervescencia preelectoral en Bragado ha tomado un giro inesperado y, para muchos, profundamente revelador. Unidos por Bragado, el partido vecinalista que hasta hace menos de dos años ostentaba las riendas del poder local y aún mantiene una voz en el Concejo, ha decidido dar un paso al costado de las próximas elecciones municipales. No es un abandono, sino una retirada estratégica que desnuda las fisuras y tensiones internas en el frente “Somos Buenos Aires”, y que sin duda redefinirá el panorama político de la ciudad.
La noticia, aunque resuena ahora con fuerza, no ha sido un rayo en cielo sereno. Fuentes cercanas al Vicentismo, el ala de Unidos por Bragado, confirman que la posibilidad de no competir se barajaba "desde el minuto cero" en que la Junta Electoral de "Somos Buenos Aires" impuso una integración que, lejos de ser conveniente, terminó siendo un callejón sin salida. La baja posición asignada a sus candidatos en la lista “definitiva” fue la gota que colmó el vaso. Verónica Tucci, relegada a un cuarto lugar, y Malena Católica, en un distante sexto, son un claro reflejo de un reparto de poder que el Vicentismo no pudo ni quiso digerir.
La ruptura no solo es un gesto táctico, sino una declaración de principios. Unidos por Bragado se niega a "legitimar con su presencia una lista que no lo contiene", una lista que, a su entender, no reconoce el peso político y la trayectoria de un partido que ha gobernado la ciudad y sigue siendo un actor relevante. El intento de integrar un frente que, en la práctica, los despojaba de su identidad y representatividad, ha desembocado en una ineludible fractura.
Detrás de esta decisión, se tejen complejas negociaciones que no llegaron a buen puerto. Los dedos acusadores apuntan, principalmente, a "Acción para el Desarrollo". Se esperaban movimientos estratégicos, como la cesión de candidaturas por parte de Marcelo Elías y Marita Gelitti para permitir el ascenso de Marcela Comacchio y las candidatas del Vicentismo. Sin embargo, esas fichas nunca se movieron, sellando el destino de la alianza.
Las consecuencias de este cisma son dobles y significativas. Por un lado, el frente “Somos Buenos Aires” pierde a una de sus patas más relevantes, un caudal de votos y una legitimidad que no será fácil de reemplazar.