El Ejecutivo bonaerense salió a respaldar públicamente el uso de candidaturas testimoniales en la previa de las elecciones legislativas locales. La defensa la encabezó Carlos Bianco, ministro de Gobierno y uno de los funcionarios más cercanos a Axel Kicillof, quien sostuvo que se trata de “una herramienta legal, utilizada infinidad de veces” por el sistema político argentino.
“El planteo de algunas candidaturas testimoniales, porque no son todas, es algo que se ha hecho miles de veces y lo hicimos de frente a la gente”, remarcó Bianco en conferencia de prensa. Sin embargo, evitó confirmar si figuras como la vicegobernadora Verónica Magario o algunos intendentes efectivamente asumirán en caso de ser electos.
El funcionario explicó que la decisión apunta a “proponer a los candidatos más competitivos” para intentar imponerse en los comicios, y subrayó que la legislación vigente no prohíbe este tipo de postulaciones. “No está vedado por la ley, por lo tanto no hay ninguna irregularidad”, argumentó.
Más allá del aval explícito desde el entorno de Kicillof, el tema no está exento de matices dentro del peronismo. Aunque es una práctica históricamente utilizada por diferentes fuerzas políticas, su aplicación suele generar tensiones hacia adentro y críticas hacia afuera. Para algunos sectores, puede ser leída como una estrategia eficaz. Para otros, como una señal ambigua hacia el electorado.
El uso de candidaturas simbólicas, especialmente cuando se trata de figuras de peso institucional, abre un debate sobre la representación y la transparencia ante los votantes. La discusión ya se instaló en la interna peronista y promete sumar volumen en las próximas semanas.