Por Leonel G. Avila
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El desconocimiento sobre diferentes aspectos de la historia local a veces puede conducirnos a ignorar momentos y lugares trascendentales de nuestra identidad como comunidad y, en consecuencia, del “ser bragadense”. No podemos caminar por una vereda sin saber que en ese mismo lugar ocurrió un acontecimiento clave para la ciudad y/o que allí estuvo determinado comercio o institución que merecería nuestro recuerdo y reconocimiento. Es en este marco que resulta indispensable conocer la historia del frigorífico “Bragado”, no sólo porque fue una de las fuentes de trabajo más importantes de las décadas del ’40, ’50 y ’60, sino también porque constituyó uno de los símbolos más fuertes del Bragado de aquellos años.
Seguramente no habrá faltado oportunidad en la que haya transitado por la esquina de Saavedra y San Martín, o por cualquiera de las cuadras que hacen a esa manzana, también delimitada por las calles Alem y Laprida. Es habitual que solamos asociarla con un conocido supermercado o con la Escuela Nº 7, pero necesariamente debemos conocer que fue el sitio donde se encontró un ícono de nuestra ciudad, la empresa de José Chanzá.
El frigorífico “Bragado” abrió sus puertas el 6 de mayo de 1945. Se encontraba exactamente en la manzana señalada (por entonces las calles se llamaban Humberto Primo, Balcarce, Alem y Príngles), ocupando una superficie de ocho mil metros cuadrados. Tan grande era su tamaño que sólo excluía los predios de la familia Nirino y de la Escuela Nº 7. La entrada principal se hallaba en Saavedra al 300 (Balcarce 1127 con la numeración y denominación vieja); y el portón restante en la calle San Martín (antes Humberto Primo), justo donde hoy encontramos la cochera de un supermercado. Por otra parte, en la esquina de Saavedra y San Martín había un edificio de dos plantas con sus puertas y ventanas selladas, cuyos antecedentes databan de la Panificadora; y en el resto de la manzana existía un tapial que impedía la visión hacia adentro.
Inicialmente el frigorífico trabajó para el mercado interno, pero con el pasar de los años también sumó la exportación. Tenía tres turnos (mañana, tarde y noche) y empleaba a entre 300 y 350 personas, lo cual lo convertía en una de las fuentes laborales más importantes del Partido de Bragado.
“En esa época era lo mejor que había. A las 6 de la mañana tocaba el pito y entraba la gente a laburar. Después estaba el otro turno hasta las ocho de la noche y así”, comentó meses atrás Waldemar Disantti para una columna de “Bien de la Gente” (Satélite Pampa FM). Aquel “pito” se trataba de una sirena que, si bien no tenía la misma intensidad como con la que hoy se convoca a los bomberos, podía oírse en gran parte de la ciudad. Tal es así que muchos suelen considerarlo como el más representativo de los años ’40, ’50 y ’60.
El frigorífico surgió por impulso de José Chanzá. Contaba con varias dependencias, como por ejemplo el saladero, la sala de máquinas, el matadero, el área de mantenimiento, y los sectores donde se hacían los fiambres y se preparaba la carne. Los productos podían comprarse en una especie de supermercado que había en la esquina de Pellegrini y Príngles (hoy funciona un taller de reciclado), también perteneciente a Chanzá. Es aquí donde Waldemar Disantti se desempeñó durante mucho tiempo; “trabajábamos quince horas por día porque hacíamos horas extras. Había que ir muy temprano, y es impresionante la cantidad de gente que lo hacía”, comentó.
Nombrar a todas las personas que han trabajado en el frigorífico no sólo resultaría imposible dado la gran cantidad, sino también porque el paso de los años y el fallecimiento de muchos lentamente parecieran ir olvidándolo de la memoria colectiva. Entre los nombres, apodos y/o apellidos que pudimos rescatar se encuentran estos: José Bicedo, Oterrmín, Peralta, Fiori, Martín Mariñalanera; Benito Avila (estaba en la sala de máquinas), Aylagas, Romero, “Pichín” Ventura, Antonio Ruiz, “Cacho” Del Vitto, Caletti, Pablo de Pablo, Angel de Pablo, Pedro Rizzo, Manuel Morales, Gastón Casaboné (Vigilancia), Carlos Golfetto (encargado), Méndez; y Elba y Velia Avila.
Durante años el frigorífico “Bragado” fue considerado como uno de los sostenes más importantes de la ciudad. Pero aquel auge de los años '40 y '50 no sería para siempre, ya que a partir de la década de 1960 comenzaron a presentarse una serie de problemas que lo llevaron en 1972 a declarar la quiebra. Se desconocen los motivos exactos del cierre, aunque no son pocos los que lo atribuyen a las dificultades para la exportación.
¿Qué fue de sus empleados? En los '70 el panorama no era el mejor y el futuro desenlace del frigorífico para muchos era previsible. Eso, sumado a la aparición de dos grandes empresas como Aceros Bragado (hoy AcerBrag) y Fiasa, fueron determinantes para los trabajadores encontraran rápidamente otros empleos y que poco se hiciera para mantenerlo.
Hoy son escasos los rastros del frigorífico. Apenas queda un galpón sobre la calle San Martín (aproximadamente a mitad de cuadra) y algunas paredes de ladrillo en Saavedra. Gran parte de sus empleados han fallecido y con ellos pareciera ir borrándose de la historia local. Aquí, con ésta nota, nuestro pequeño granito de arena para que no quede en el olvido