El cine documental, género que cada vez está teniendo mayor producción en nuestro país, muchas veces narra historias interesantes pero se olvida de los recursos cinematográficos y termina cayendo en algo meramente televisivo. Mechita, entre la tierra y el cielo (2014) es la antítesis de esta teoría y si hay algo que lo convierte en un gran documental es la combinación en dosis justas de forma y contenido.
Mechita es un pueblo de 1800 habitantes, ubicado entre Bragado y Alberti, al que -como a tantos otros- la desaparición del tren lo volvió invisible. Pero Mechita tiene una particularidad que lo hace único y es la existencia de dos locales dedicados a exponer arte. Por un lado estáJuan Doffo, un artista plástico cuya obra está atravesada por el pueblo. Mientras que por el otro está “Pirulo” Giommi, un herrero autodidacta que trabaja sobre el material ferroviario en desuso, otrora de una época en que la pujanza económica acariciaba al pueblo. Mariano Gerbino construye un documental donde no solo lo atractivo es la historia sino la forma elegida para plasmarla en pantalla. En los documentales muchas veces se hace foco en lo que se cuenta pero no en cómo se cuenta y es ahí en donde Mechita, entre la tierra y el cielo se diferencia del resto. Gerbino trabaja las imágenes como si fueran texturas, superpone material en Súper 8 tomado en diferentes épocas y lo mezcla con otros formatos. Cada plano está trabajado como si se tratase de un cuadro, juega con el color y el blanco negro, lo opaco y la saturación. Y todo lo convierte en bellas imágenes.
En el comienzo son ocho minutos de sonido ambiente y voces remotas que sirven para presentar la historia de un pueblo perdido en la llanura pampeana sin la necesidad de palabras. Tras esa presentación, la historia se posará sobre los artistas, pero no para hablar de ellos, sino de la influencia de Mechita sobre su obra, y la harán a través de un relato desordenado que se irá matizando con escenas del lugar intervenidas por objetos que representarán lo que las voces dicen desde un off. Mechita, entre la tierra y el cielo no es solo un documental sobre el pueblo y sus dos artistas, sino que también refleja como la desaparición del tren afectó a mucha gente y lo hace a través de las ruinas de lo que quedó de este. Vagones destartalados, vías en desuso y estaciones convertidas en museos dan fe de una época de oro hoy desbastada por políticas neoliberales, el abandono y el paso del tiempo.
En épocas de crisis dicen que es cuando el arte estalla y alcanza su mayor esplendor. En Mechita la desaparición del tren hizo que el arte también estallara y Mariano Gerbino supo reflejarlo en un documental que no se olvida de que el cine también es arte, y la imagen tiene igual valor que la palabra.
Su director Mariano Gerbino, nació en Bragado, el 8 de Julio de 1977. Estudió la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires. Comienza sus trabajos como jefe de producción y luego realiza varias producciones ejecutivas. Realizó documentales como productor, entre los mas destacados “Homo Viator” de Miguel Mato, “El Retrato postergado” de Andrés Cuervo , “La línea invisible” de Sergio Bellotti.
En el 2014 Junto a el reconocido compositor, músico y multipremiado productor musical argentino, ganador de 16 Grammys y dos veces del Premio Oscar, Gustavo Santaolalla realizan 4 programas de TV para la TV PUBLICA, llamado Qhapaq Ñan,